Los del camino
Por José Gil
Ir a la farmacia a buscar remedio para el malestar de gripe y una despensa casi vacía fueron excusas perfectas a mi desgano de cocinar esa mañana, decidiendo salir a desayunar y pasar por la farmacia. Abrigado de arriba abajo me dirigí al centro del pueblo, pensando en un par de sitios que sirven “especiales” matutinos dominicales. Sin prisa, para evitar alterar la tos, y a la vez tratando de no exponerme prolongadamente al frio, salía de una de las calles angostas cercanas a la estación del tren cuando vi aquella pareja, preguntando a otro caminante con morral en espalda, a quien pude escuchar decirles que no podía ayudarles; respuesta común en una cultura de “hágalo usted mismo”. En aquella hora y día de la semana muy pocas personas salen a caminar por el centro, en especial cuando el clima invita a seguir en cama. Al alejarse el otro caminante observé la sonrisa como saludo y que los ojos del anciano se pusieron sobre la única alma que se acercaba. Me detuve ante el par de visitantes, quienes lucían como viajeros de la tercera edad en un pueblo desconocido. Deseaba ayudarles, aunque siendo visitante, dudaba poder darle direcciones; pero algo podía hacer: saludar y decirles donde preguntar. Sabía dónde estaba la oficina de información al visitante…porque había estado allí. La gentil pareja había viajado desde Suiza y con la cordialidad de quien pide ayuda sin desear incomodar, esperanzado en recibirla, su primera pregunta fue sobre el idioma. En Suiza hablan oficialmente cuatro idiomas, pero ninguno corresponde al de la nación que estaban visitando. La buena noticia para ambos fue que estaban preguntando a un visitante con quien podían hablar en inglés. ¿Te das cuenta? Pudimos comunicarnos, no en nuestra lengua original sino en una común a ambos. Buscaban la dirección del museo de artes, y me alegré, en eso podía ayudarles pues yo lo había visitado unos días antes. Mi forma de pronunciar el nombre del museo y la calle (Maurithuis, Plein) me delataba extranjero, pero podía guiarles pues había estado allí. Empecé a explicarle que estaban en un sector del centro donde no había buenas señales, y aunque las hubiese eran difíciles de entender (todos reímos) pero que debían tomar primero una cuadra al Oeste y…entonces, algo me detuvo de seguir dándoles un mapa hablado y movió a sugerirles: Si aceptan caminaré con ustedes hasta donde puedan ver el museo. La expresión del rostro del hombre me hizo recordar esa mezcla de alegría y alivio que he sentido cuando, en tantas oportunidades, algún alma del camino me ha ayudado a encontrar el mío. Las cuadras que caminamos, a paso de quien va sin prisa, fueron escenario para compartir sobre nuestros orígenes y razones para estar allí, además de algunas risas…cual niños que se encuentran –momentáneamente- en un parque en el que esperan haya espacio y diversión para todos. Unos minutos más tarde la plaza del centro dejaba ver aquella edificación, casa de algún notable en 1641, llegando a ser museo e icono de Holanda y referencia mundial. Al momento de despedirnos la dama sonreía y el anciano puso su mirada sobre mí para pronunciar unas palabras que procuraré recordar siempre “que la vida le permita alcanzar todos sus sueños”. Música que inundó mi alma y empañó mis ojos, al recordar que hemos sido diseñados para dar de gracia lo que de gracia recibimos, y entender que cada encuentro tiene su historia y propósito para quien mantiene abiertos los ojos del alma. Les vi encaminarse a su destino, y yo miré hacia un lugar cercano donde empezaban a disponer mesas para desayunar. Momentáneamente había olvidado aquella molesta gripe, química entre estados emocionales y el cambio de estación. Quise compartirte esta cotidianidad como recordatorio que la vida asemeja un camino, a cuyo paso tenemos la oportunidad de compartir; algunas veces para dar y otras para recibir, recordatorio que en asuntos aparentemente pequeños percibimos un sentido de propósito de vida, que somos privilegiados cuando podemos apoyar a otros en el camino, recordatorio que podemos mostrar nuestra relación personal con Dios en la forma en que nos relacionamos con las otras almas del camino. ¿Sabes cómo llamaron a los primeros seguidores de Jesús? Antes de acuñar el término “cristianos”, antes que Constantino hiciera su conveniente declaración de fe, antes que las oraciones fueran tarifadas, antes de trucadas apariciones para someter a nuestros antepasados, antes de matar a otros en nombre de Dios, antes de las cruzadas, la inquisición y tantos otros aderezos con los que mercaderes de fe han sazonado; los primeros seguidores de Jesús fueron llamados “Los del camino”. ¿Sabes? Los estudiosos no mencionan alguna causa única para que los llamasen así, pero lo cierto es que se les encontraba por los caminos cotidianamente, y cualquiera que se cruzaba con ellos no se iría sin una palabra de vida, un testimonio edificante, un trozo de pan, una cobija para calentarse, una sonrisa, o un abrazo fraterno. Sus vidas habían entrado en contacto con lo Divino, nunca volvieron a ser las mismas. Puede que no supieran mucho sobre teología ancestral ni leer la escritura antigua de la ley…pero los del camino conocían “el camino”, y en su cotidianidad mostraron la forma en que Jesús vivió así como el impacto que produjo en sus vidas. Su forma de hablar ya no era la que originalmente aprendieron y su forma de vivir tampoco volvió a ser la misma. Hoy, y para cerrar estas líneas, te animo a considerar que hay almas a tu alrededor buscando camino en su vida, y la modernidad parece ofrecerle tantos que de lejos parecen “buenos”…pero el alma sigue buscando la armonía y paz para la que un hombre llamado Jesús vino a mostrar la dirección de encuentro. A esas almas que buscan puedes enviarles a algún otro sitio u organización o hasta religión, quizás decirle que no puedes ayudarles, pero te animo a que camines con ellos mostrándoles el Jesús en tu vida, comparte, disfruta el recorrido, déjales ver que eres un visitante igual a ellos que desconoce tanto sobre la vida pero conoces el camino porque lo has transitado. Hoy, tú y yo, podemos libre y gratuitamente ser los del camino para quienes buscan camino en este tiempo de tantas preguntas y propuestas a las almas. Piénsalo, decide…y actúa, las arenas del tiempo van menguando. Feliz día.