Fe es muy demandante. Ella demanda que una vez que escuchamos la Palabra de Dios, debemos de obedecer sin ninguna otra evidencia que nos dirija. No importa cuán grande nuestros obstáculos o cuán imposible nuestras circunstancias sean. Debemos de creer su Palabra y actuar de acuerdo a ella, sin ningún otro comprobante. Dios dice, “Mi promesa es todo lo que necesitas.”
Al igual que cada generación anterior a la nuestra, nos preguntamos, “Señor, ¿porqué estoy enfrentando esta prueba? Va más allá de mi entendimiento. Tú has permitido en mi vida tantas cosas que no tienen sentido. ¿Porqué no hay una explicación de lo que estoy pasando? ¿Porqué está mi alma tan atribulada, tan llena de grandes pruebas?”
Escúcheme nuevamente: Las demandas de la fe son totalmente irracionales a la humanidad. Así que, ¿cómo contesta el Señor nuestro clamor? El envía su Palabra, recordándonos sus promesas. Y él dice, “Simplemente obedéceme. Confía en mi Palabra para ti.” El no acepta excusas, ni dudas, no importa cuán imposible nuestras circunstancias sean.
Por favor no me entienda mal. Nuestro Dios es un Padre amoroso. Y él no permite que sus hijos sufran indiscriminadamente, y sin ninguna razón. Sabemos que él tiene a su disposición todo el poder y la voluntad de hacer que cada problema y cada sufrimiento se vaya. El tan solo dice una palabra, y nos libra de cada prueba y lucha.
Pero, el hecho es que Dios no nos va a mostrar cómo o cuándo él cumplirá con sus promesas a nosotros. ¿Por qué? El no nos debe una explicación, cuando ya él nos ha dado la respuesta. En su Hijo Jesucristo, él nos ha dado todas las cosas que necesitamos para la vida y la piedad. El es todo lo que necesitamos para cada situación de la vida. Y Dios se mantendrá en la Palabra que él nos ha revelado: “Tú tienes mi Palabra a tu alcance. Mis promesas que he dado son sí y amén para todos los que creen. Así que descansa en mi Palabra. Créela y obedécela.”
Al igual que cada generación anterior a la nuestra, nos preguntamos, “Señor, ¿porqué estoy enfrentando esta prueba? Va más allá de mi entendimiento. Tú has permitido en mi vida tantas cosas que no tienen sentido. ¿Porqué no hay una explicación de lo que estoy pasando? ¿Porqué está mi alma tan atribulada, tan llena de grandes pruebas?”
Escúcheme nuevamente: Las demandas de la fe son totalmente irracionales a la humanidad. Así que, ¿cómo contesta el Señor nuestro clamor? El envía su Palabra, recordándonos sus promesas. Y él dice, “Simplemente obedéceme. Confía en mi Palabra para ti.” El no acepta excusas, ni dudas, no importa cuán imposible nuestras circunstancias sean.
Por favor no me entienda mal. Nuestro Dios es un Padre amoroso. Y él no permite que sus hijos sufran indiscriminadamente, y sin ninguna razón. Sabemos que él tiene a su disposición todo el poder y la voluntad de hacer que cada problema y cada sufrimiento se vaya. El tan solo dice una palabra, y nos libra de cada prueba y lucha.
Pero, el hecho es que Dios no nos va a mostrar cómo o cuándo él cumplirá con sus promesas a nosotros. ¿Por qué? El no nos debe una explicación, cuando ya él nos ha dado la respuesta. En su Hijo Jesucristo, él nos ha dado todas las cosas que necesitamos para la vida y la piedad. El es todo lo que necesitamos para cada situación de la vida. Y Dios se mantendrá en la Palabra que él nos ha revelado: “Tú tienes mi Palabra a tu alcance. Mis promesas que he dado son sí y amén para todos los que creen. Así que descansa en mi Palabra. Créela y obedécela.”
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