Los reclusos demandan una mejora sustancial en sus inhumanas condiciones de vida reflejadas en el 85% de superpoblación que obliga a muchos a dormir en los patios y a decenas en una misma celda.
La situación "ya se hace insoportable... es un polvorín que siempre está ad portas (a punto) de ser encendido", dijo a periodistas Gutiérrez, presidente de la comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, tras visitar a los reclusos en huelga.
Agregó que "no es posible que un penal que fue construido para 800 personas, que posteriormente se amplió para 1.200, hoy albergue a más de 7.000. Eso es inhumano".
La huelga de hambre comenzó poco después de la muerte de 81 presos en un incendio que el 8 de diciembre arrasó con el cuarto piso de la cárcel de San Miguel, en Santiago.
El presidente Sebastián Piñera y su ministro de Justicia, Felipe Bulnes, admitieron que el hacinamiento, que promedia un 70% en los penales chilenos, influyó en la cantidad de víctimas.
En la última semana se han registrado desórdenes en varios penales de Santiago y en otros del norte y sur del país, donde se repite la misma demanda por superpoblación.
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