Corre por tu vida
Lucas 19:1-10
José Gil
Me encontraba meditando sobre la historia de Zaqueo, e hice una pausa. En ese momento encendí la TV y puse el National Geographic. Daban un programa sobre peces de ríos con aguas de corrientes rápidas en el Congo africano. El experto explicó que peces en un mismo rio tienen hábitos y características muy diferentes, dependiendo del sentido de la corriente que tomen. Pienso que algunos de nosotros necesitamos percibir los momentos para actuar con rapidez, momentos para correr por la vida misma.
Un hombre llamado Zaqueo: Por el pasaje en Lucas 19:1-10 sabemos que Zaqueo vivía en Jericó, que era pequeño, y que era jefe de recolectores de impuestos. Pero lo que hace que tengamos la historia de este hombre en la biblia es que actuó con rapidez cuando Jesús estuvo cerca.
Posesiones: dos posesiones de Zaqueo: 1) Un cargo que le permitía disfrutar lujos de su tiempo. 2) Gozaba de la protección del imperio romano. En nuestro tiempo, sería el gerente de una división de la administración fiscal, su rostro aparecería en TV, tendría una Hummer blindada, inmuebles, y sus escoltas podrían apalear a quien se le acercara. Para muchos de nosotros Zaqueo tenía todo lo que se necesita para tener éxito y ser feliz.
Carencias: Zaqueo carecía de algo, de otro modo no habría estado donde estaba ni hecho lo que hizo. Quizás el saber que sus jefes romanos sonreían cuando recibían de sus manos el dinero recolectado, pero jamás le invitarían a sus casas. Puede que el saber que sus paisanos le veían como un traidor, aunque temían las consecuencias de golpearle públicamente. Un hombre con bolsillos llenos y alma vacía. Entonces la corriente del rio de la vida de Zaqueo aumentó la velocidad, y llegó el momento de actuar rápido, de correr por su vida. Tres cosas marcan ese momento, te las comparto brevemente.
1. Su determinación: Puede que hubiese escuchado que Jesús sanaba enfermos, expulsaba demonios y perdonaba pecados. Puede que haya sabido que un antiguo subalterno suyo, Mateo, había sido recibido como discípulo por el Maestro. Si la mitad de lo que se decía era cierto, no dejaría pasar a Jesús sin verle. La multitud no le permitía ver a Jesús. Puedo imaginar al tumulto empujando y desplazando. No tenía oportunidad de acercarse por esa vía, y pudo desanimarse o enojarse, pero en cambio se adelantó a la multitud y subió a un árbol. Pienso en que debe haber escuchado cosas como “que ridículo, subido al árbol, parece mono o niño”. Zaqueo estaba determinado a ver a Jesús, y ni las multitudes, su estatura, o los comentarios de terceros lo desanimarían. Hay circunstancias que ponen a prueba mi determinación para mirar a Jesús cara a cara.
2. Su llamado: llamó mi atención que las palabras “prisa” y “hoy”. Me pongo en los zapatos de Zaqueo, pensaría que aquella pasada de Jesús podría ser la única oportunidad de verle. En 19:4-5 dice que “corriendo…subió a un árbol para verle”, se puso las pilas como diríamos hoy. Jesús le dice “date prisa, desciende...porque hoy es necesario que me quede en tu casa”. ¿Te das cuenta que había un sentido de urgencia en la búsqueda de Zaqueo, y también fue urgente el llamado que le hace Jesús? Es ahora, hoy, el momento de darse prisa para descender del árbol en el que miramos desde lejos. Dos pasajes vienen a mi mente, “si oyeras hoy su voz, no endurezcas tu corazón”, y “hoy es el día de salvación”.
3. Su nueva vida: el pasaje nos dice que este hombre recibió a Jesús en su casa con alegría, estaba feliz, alguien especial vino a visitarlo no por su posición privilegiada, ni para pedirle dinero, favores u ofrecerle un negocio turbio. Luego de escuchar por sí mismo al Cristo, un nuevo Zaqueo “puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado”. ¿Te das cuenta que se lo dijo a Jesús, no a los demás invitados, por cierto, tampoco se lo dijo a los que murmuraban, sino que su promesa fue hecha en forma muy personal “al Señor”. Su modo de vida se había basado en la especulación y las comisiones que sustraía del cobro de impuestos. Ahora decide ser generoso con los necesitados, y reponer 4 veces lo que había robado a otros. Eso se llama cambiar, se llama “nueva vida”, “salvación”. Por eso Jesús dijo a todos los presentes “hoy ha venido la salvación a esta casa”. Cuando tenemos un encuentro con Jesús nuestra vida ya no volverá a ser la misma, y Zaqueo es un ejemplo vivo de la obra renovadora del poder de Dios cuando inunda un alma y la llena de su gracia.
Conclusión: me gustan tanto las dos expresiones finales de Jesús, en primer lugar dice a todos los presentes en casa de Zaqueo “él también es un hijo de Abraham”, guau!... trato de imaginarme como se habrá sentido el vacío corazón de aquel hombre al escuchar ser llamado “hijo de la promesa, hijo del pacto, miembro de la familia de Dios”. Eso es lo que venimos a ser cuando Jesús habita la casa de nuestra alma. La segunda expresión de cierre de Jesús fue “vine a buscar y a salvar lo que se había perdido”. Zaqueo corrió por su vida, y Jesús confirmó que se apurara. Fue la última pasada de Jesús por Jericó, días más tarde fue crucificado en Jerusalén. Pero un hombre pequeño llamado Zaqueo, determinado a ver a Jesús, llamado con urgencia y con una nueva vida, pasó a formar parte de los rescatados del Mesías.
Padre, te doy gracias porque ese día especial te detuviste frente a un árbol sicomoro para rescatar a un hombre que estaba perdido. También te detuviste un día para rescatar aquella mi alma perdida, frente al sicomoro de aquel viejo aeropuerto en un pueblo remoto venezolano. …gracias por tu llamado, gracias porque has cambiado mi vida. Concédeme que mi vida sea un llamado a los que aún no pueden verte, o te miran desde lejos desde su propio árbol, para que hoy sea su día de salvación. Amen.
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