Los internos del famoso penal del Sáhara padecen condiciones inhumanas
Un lugar que guarda el eco de tantas torturas atroces no podía ser conocido por el neutro nombre con el que aparece en los documentos oficiales marroquíes: Prisión Civil de El Aaiún. Quizás por eso los saharauis no se refieren a sus vetustos muros con otro nombre diferente de aquel, siniestro, que le puso el colonizador español: la
Cárcel Negra. En sus celdas, que más merecerían ser llamadas agujeros, están ahora encerrados, a la espera de conocer su suerte, muchos de los 132 saharauis que Marruecos reconoce haber detenido desde el desmantelamiento del Campamento Dignidad, el 8 de noviembre.
En esta prisión por la que han pasado activistas como Aminatu Haidar y Ali Salem Tamek (ahora preso en Salé por viajar a los campamentos de refugiados de Tinduf), muchos saharauis han pagado desde 1975 con su libertad, y en ocasiones con su vida, su lucha por la independencia.
Hmad Hamad, presidente del Comité para la Defensa del Derecho de la Libre Determinación del Pueblo del Sáhara Occidental (CODAPSO), es uno de ellos. Su espalda y sus piernas, molidas literalmente a palos, aún guardan las huellas de unas torturas que, explica a Público desde Vitoria (donde médicos españoles le tratan de sus secuelas), son "sistemáticas": "En la Cárcel Negra te tratan peor que a un perro. Aquello es un infierno".
Dormir entre excrementos
Hmad Hamad ha estado varias veces en esta siniestra prisión; la última en 2005. Entonces consiguió sobornar a un guardia para hacer y luego difundir la fotografía que aparece arriba. En esta y otras imágenes que tomó se ve a presos amontonados unos sobre otros, o durmiendo en baños infectos con las paredes cubiertas de excrementos, los mismos que, de día, utilizan los internos.
Para hacerse una idea del hacinamiento que impera en esta penitenciaría, sólo hay que considerar que, con una capacidad de unos 250 internos, ha llegado a albergar a 700, según un informe elaborado por el preso político saharaui Ahmed Naciri. Los presos de la Cárcel Negra apenas tienen sitio para sentarse, cuando las normas internacionales recomiendan que cada persona encarcelada disponga de al menos nueve metros cuadrados.
Pero el hacinamiento, la falta de higiene y el maltrato no son lo peor. Hamad recuerda cómo, de noche, era "imposible dormir por los gritos de hombres, mujeres y niños que estaban siendo torturados". Frente a las "humillaciones", sólo queda callar, pues "si protestas, te llevan a una celda de aislamiento y los guardias te rocían con sus orines", explica.
El Observatorio Marroquí de Prisiones (OMP), una ONG independiente que con grandes dificultades documenta la terrible situación de las cárceles del país (y del Sáhara), lleva años denunciando las condiciones de la Cárcel Negra.
Pero este centro no es el único penal administrado por Marruecos que atenta contra la dignidad humana. De acuerdo con el OMP, estar en una cárcel marroquí significa poco menos que caer en un calabozo medieval. Eso si no se tiene dinero, porque quien lo posee puede disponer, gracias a la corrupción, de hasta un televisor de plasma como el que disfrutaba el narcotraficante Mohamed Uazzani, El Nene, en la cárcel de Kenitra.
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