La situación penitenciaria actual con la crisis de El Rodeo parece mucho mejor, pero comparándola con el deber ser, ¿cuánto falta por lograr?
—No sé cómo hacer esa medición porque creo que en apenas seis meses, modestia aparte, se están viendo resultados. Encontramos una gran manipulación, dirigida por intereses foráneos, en torno a la verdad penitenciaria. Es un tema con el que quieren golpear al comandante Chávez, tratando de demostrar que es un líder no democrático que viola los derechos humanos y llevarlo a tribunales internacionales. Lastimosamente, la situación penitenciaria es una deuda que arrastra la Revolución, pero a la que le hemos dado respuesta. Hay que recordar la forma como antes se contrarrestaba un motín carcelario, casos como los de La Planta, Sabaneta, el retén de Catia, La Pica, Vista Hermosa y compararlos con El Rodeo.
—¿Podría repetirse un episodio así en este año electoral?
—La oposición siempre apuesta a que se presente la crisis de todas las crisis, por eso magnificó lo que pasó en El Rodeo, que no deja de ser grave, pero donde el Estado evidenció que actúa de una manera muy respetuosa de los derechos humanos. La propia población penitenciaria manifiesta que en otros tiempos, por cada guardia nacional herido habrían matado a cinco privados de libertad. En El Rodeo hubo tres guardias muertos y 25 heridos. Con el gobierno revolucionario las cosas han cambiado. La GN no entró a matar gente sino a persuadir a los compatriotas que estaban en resistencia armada. Lo que pintan los medios no se corresponde con la realidad. Salieron diciendo que los privados de La Planta fueron embarcados por los funcionarios de la Operación Cayapa contra el retardo procesal. Mentira. Dijeron que hubo protesta en Uribana: falso de toda falsedad. Dijeron que había huelga de hambre en la PGV y yo estaba allá, hablando con los privados de libertad, en presencia de todos los medios de comunicación. El Nacional tituló que no había comida en una cárcel y mostramos las imágenes del almacén repleto de alimentos. No digo que no hay problemas, pero la oposición no va a lograr otra situación crítica, como la de El Rodeo porque desde que el comandante creó el ministerio, los privados de libertad no tienen motivos para protestar.
—¿Las ONG que defienden a los presos son expresión de esos factores internacionales que usted señala?
—Esas ONG no manejan información fidedigna porque desde que yo llegué aquí les prohibí la entrada . Se acabó aquella guachafita de que hasta grababan escenas censurables para luego difundirlas por internet. En un informe de inteligencia aparecen los contactos de Humberto Prado (director del Observatorio Nacional de Prisiones) con medios internacionales, tratando de agitar la campaña en el exterior. Ah, y también aparece recibiendo 50 mil bolívares para los gastos operativos de su organización por este semestre de 2012, de manos de las Empresas Polar.
—Una de las regiones donde más la critican es en Táchira. Hasta la acusan de haber liberado a unos “pranes” ¿Nadie es profeta en su tierra?
—Ya en las cárceles del país no hay “pranes”, acá no usamos ese término: hay líderes positivos y líderes negativos, y los positivos son la mayoría. Quienes sostienen lo contrario sólo procuran garantizar sus negocios, pintan un monstruo inaccesible para que nadie pueda entrar y hacer auditorias.
—Eso nos lleva al tema de las armas ¿Ya no hay armas en las cárceles o es un problema por resolver?
—Hay que resolver ese problema y estamos haciéndolo, pero tenemos que inventar o errar. Estamos en una fase de desarme persuasivo, y funciona. Nos han entregado pistolas, fusiles, granadas, explosivos C-4…
—¿Cuántotiempo durará esa fase persuasiva?
—No le tengo un tiempo. También hemos hecho requisas sorpresivas en los penales.
—Si los privados de libertad han tenido acceso a equipos de guerra es obvio que hay complicidad militar ¿No es así?
—Sí, pero si hay un arma en manos de la población penal, la responsabilidad no es sólo de la Guardia Nacional, sino de todo el personal de custodia, cuidado y administración de ese recinto. Hemos encontrado civiles, familiares y personal del ministerio tratando de meter municiones a la cárcel.
—¿En seis meses ya hay funcionarios contaminados?
—No, es que son los mismos funcionarios que ya estaban allí antes de crearse el ministerio.
—Volviendo al tema de Táchira, ¿por qué hasta los pesuvistas del municipio Uribante firmaron contra el proyecto de La Trampa?
—Se dejaron utilizar por los copeyanos. Es falso que en La Trampa, que es un complejo turístico, se vaya a construir una cárcel. Me dio tanta indignación ver a los compatriotas del Psuv haciéndole coro a los copeyanos que les salí con una de las mías. No quise ni escucharlos. Luego pensé con cabeza fría y envié a una a explicarles que no se hará ninguna cárcel. Es más, si por mí fuera, no se construirían más cárceles en ninguna parte porque eso no es solución. La cárcel no sirve para nada, ni redime ni reeduca. Tenemos que hacer una revolución.
—Los expertos recomiendan buscar asesoría internacional ¿qué país podría servir de referencia?
—La experiencia indica que hay que inventar mecanismos propios. Lo que sirve para otros no sirve para nosotros. dudo que en otros países tengan los principios constitucionales que tenemos acá.
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Las duras lloran
La abogada María Iris Varela Rangel, de San Cristóbal, Táchira, la “Comandante Fosforito”, es una mujer dura, capaz hasta de caerle a trompadas a un hombre. En su trabajo actual ha tenido que demostrar que es fuerte. De lo contrario, hubiesen ganado las apuestas quienes decían, en la Penitenciaría General de Venezuela (Guárico) o en Uribana (Lara), que su inspección no pasaría de la oficina del director. “Me metí hasta el último hueco y no me pasó nada”, dice satisfecha.
Su temple le hace evadir la pregunta: ¿en qué ha cambiado su visión de la vida luego de esta inmersión en el submundo carcelario? Apenas si dice: “Soy muy mala para esas valoraciones personales”.
Pero no siempre las pruebas de dureza consisten en enfrentarse a la amenaza de sujetos armados. A veces llegan en la forma de una historia exageradamente triste en un mar de tristezas. Un adulto mayor, de 70 años, privado de libertad y enfermo, fue traído ante la ministra, quien de inmediato ordenó atenderlo en un CDI y solicitó otorgarle, por su edad, un beneficio de detención domiciliaria. El anciano no podía creerlo. La ministra regresa a Caracas. En la ruta recibe una llamada del director de la cárcel. “Le tengo una mala noticia: el viejito se murió, no aguantó tanta emoción”, suelta. “Me puse a llorar”, confiesa la ministra. Y allí en plena entrevista –el redactor puede jurarlo por el Santo Cristo de La Grita- a esta gocha de acero se le aguaron los ojos de nuevo.
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