“El Conejo” no quiere que lo llamen “pran”
Teófilo Rodríguez Cazorla, apodado “El Conejo“, niega de entrada ser el cabecilla de la cárcel de San Antonio “porque no soy un pran“.
Accede a esta entrevista con Últimas Noticias en su celda del Internado Judicial de Nueva Esparta, ubicado en San Antonio. La puerta principal está custodiada por varios presos que hacen las veces de guardaespaldas y una perra que llaman “La Niña”.
Es una especie de apartamento tipo estudio con piso de porcelanato, baño privado y una salita de recibo, adornada con un cuadro de dos gallos peleando atizados por un público en el que se observa la figura de un conejito.
“Ni sé por qué me dicen El Conejo, porque de conejo no tengo nada, ni siquiera los dientes”, dice, sentado en su cama tamaño “queen” muy cercana a un TV plasma de 42 pulgadas.
Está recluido desde el año 2003 por su presunta implicación en tráfico de drogas, porte ilícito de arma de fuego, desvalijamiento de vehículos y aprovechamiento de éstos, según la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia. “En verdad, si volviera a nacer, no pasaría más por esto”, sentencia.
Placas de agradecimiento cuelgan en las paredes, también un retrato de su hija, un cuadro con el salmo 23, otro del Ánima del Taguapire, una imagen de la Virgen del Valle y, encima de la nevera, el Negro Primero, San Miguel Arcángel y Simón Bolívar, alumbrados por un velón blanco. “Estamos siempre activados haciendo deporte porque distrae la mente: aquí, si tenemos un problema, lo solucionamos haciendo deporte”.
En ese entrar y salir que se observa en su celda, hay muchachos tatuados con la figurita de un conejo: uno de ellos custodia la puerta y otro le trae un frasco de Maalox.
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