Elaine Martins Alabando en el Presidio

martes, 28 de febrero de 2012

CUIDA TU SALUD POR ELMER HUERTA


El infaltable desayuno

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Si usted es uno más de los cientos de personas que sale de su casa sin tomar desayuno, permítame decirle que yo también, y tengo que ser hidalgo en reconocer que cometo un grave error que prometo enmendar.
El desayuno es -como su nombre lo indica- la primer comida del día o, si prefieren, la que rompe el ayuno, que no es otra cosa que ese largo periodo que pasamos sin consumir algo. Este debe contener aproximadamente el 25% de las calorías que requerimos en nuestra dieta diaria, es decir, la cuarta parte del total del día.
¿Cuál es la importancia de todo esto? La relevancia del desayuno radica en que durante aproximadamente ocho horas de sueño nocturno, nuestro cerebro sigue consumiendo glucosa para mantenernos vivos. Nuestro corazón continúa latiendo y seguimos respirando, Pese a que no le damos nutrientes, el cuerpo sigue trabajando para obtener energía y poder cumplir con todas esas funciones vitales.
¿Qué debemos hacer entonces para producir y rendir en el trabajo o en los estudios? La respuesta es simple: tomar un buen desayuno. Es cierto que por lo general no tenemos hambre por las mañanas, pero es necesario saber que no tenemos que comer en grandes cantidades para tener un buen aporte calórico en el desayuno: los cereales, los lácteos (yogurt, leche, queso), las frutas, un sándwich o un huevo pueden resultar efectivos si sabemos combinarlos.
El hecho de no tomar desayuno puede ser muy perjudicial. Por ejemplo, es una de las principales razones por las que subimos de peso. Los que creen que no desayunar es una manera de bajar algunos kilos, están equivocados. No hacerlo es más bien una buena forma de no perder peso debido a que cuando nuestro organismo necesita nutrientes después de un ayuno prolongado, empieza a ahorrar calorías, volviendo más lento nuestro metabolismo, y ocasionando que nuestro gasto calórico sea menor.
Los gorditos pierden menos calorías, por lo tanto no bajan de peso, y después de algunas horas viene un apetito de rebote causando que la persona busque comer cualquier cosay rompa si dieta.
En el caso de los flacos, no es raro que sin desayuno sus primeras horas del día sean las menos productivas: el rendimiento laboral e intelectual se verá deteriorado por el cansancio, el mal humor y el sueño, y lo que muchos pensarán que se debe al estrés o la depresión se deberá realmente a la inanición.
Por otro lado, no olviden que durante la noche la acidez del estómago se mantiene activa y, al despertar, se produce un incremento de ella. Si no hay alimento que la disminuya, el resultado será una gastritis o, en el peor de los casos, una buena úlcera, así que… ¡a desayunar!

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