Elaine Martins Alabando en el Presidio

viernes, 20 de septiembre de 2013

Hay vecinos que viven de los reclusos

En los barrios cercanos a la cárcel de Sabaneta sus pobladores no saben qué pensar. El año pasado hubo 20 heridos por balas perdidas y este año la cifra supera los 12, además de un deceso


Hay vecinos que viven de los reclusos


En los barrios cercanos a la cárcel de Sabaneta sus pobladores no saben qué pensar. El año pasado hubo 20 heridos por balas perdidas y este año la cifra supera los 12, además de un deceso. Pero de la penitenciaría también obtienen el dinero que les da de comer. Mientras algunos de sus residentes mantienen negocios e incluso contacto con los reclusos, más de cuatro consejos comunales abogan por la destrucción o mudanza de la penitenciaría. 

Una vocera del consejo comunal del barrio Libertad, que no dio su nombre por temor, asegura que de los 180 niños que viven allí, al menos 30 ganan dinero haciendo favores a los reos, tales como lanzar o recibir bolsas pequeñas con dinero o drogas.

La madrugada del jueves al menos 90 mujeres, entre ellas 16 embarazadas, se quedaron a dormir en el barrio. Pasaron la noche en la acera con solo una almohada. 

Los residentes de San Pedro, que está a unas cuadras del barrio Libertad y justo a la entrada de la cárcel, hicieron su agosto cobrando por permitir cargar teléfonos móviles, vendiendo bolsas plásticas y alquilando sillas.

"Están más caras que en San Carlos", se quejó una mujer que solo se identificó como Carmen y que está durmiendo en el piso desde el lunes. "Soy de Caja Seca y no puedo hacer más nada". 

Preocupación. La mayoría de los familiares son mujeres residentes de lejanos municipios y piden el cese de la violencia carcelaria. Reconocen que los reclusos están armados, pero han hecho cadenas de oraciones para que la Guardia Nacional no entre. Abogan, no tanto por una rendición de los reclusos sino más bien por que la Guardia Nacional no entre.

Entre las mujeres temen hablar de Edwin Soto, "porque uno no sabe quién es familia de él aquí". Pero lo culpan de todo porque, aseguran, sus ansias de poder mantienen en vilo a la población. "Esto ocurre por gusto. Si estuviera tranquilo no hubiese ocurrido".

Edwin Soto apoya la estadía de los familiares en las afueras de la cárcel. Este miércoles ordenó llevarles más de 500 platos de comida, así como refrescos y agua. "También nos dieron el desayuno y la cena. Todo lo pagó él, porque les conviene", contó Marta, una mujer.

Algo le da risa: los familiares temen por el ingreso de los militares, pero los uniformados también recibieron su plato de comida.


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