Corriendo asustada en medio de disparos y un tumulto de gente que huía despavorida, María se despidió el domingo de su hijo, uno de los reos de la cárcel de Yare I -cerca de Caracas-, donde un enfrentamiento entre presos dejó 25 muertos y 43 heridos.
"Váyase pa' arriba a protegerse que esto está malo", alcanzó a decirle María (nombre protegido) a su hijo de 19 años, cuando el portón principal de la prisión se cerró y adentro comenzaron "los disparos" durante el horario de visitas, según ella relató a la AFP este lunes frente a la entrada del penal.
"Me dio miedo y salí corriendo para no quedarme en el intercambio de balas", aseguró la mujer de 50 años, tapándose los ojos como si quisiera borrar de su memoria una imagen atemorizante.
María logró abandonar la prisión apenas estalló la reyerta el domingo, aunque más de 900 familiares de presos todavía seguían dentro este lunes, informaron las autoridades.
En medio de la tensión, María llegó a ver a "varios heridos que salían de la cárcel llenos de sangre", entre ellos "un hombre con la mitad izquierda de la cara destrozada y otro con la pierna y los brazos ensangrentados. Eso fue horrible", relató.
"Ahora sólo quiero saber de mi muchacho para quedarme tranquila, estoy rogando que esté vivo", dijo angustiada la mujer, cuyo hijo es uno de los 3.150 presos en Yare I, aunque esta cárcel sólo tiene capacidad para 750, según cifras de la ONG Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP).
A Carmen (nombre protegido), una funcionaria pública de 25 años, la balacera la sorprendió cuando estaba saliendo de Yare I tras visitar a su esposo y un hermano. "Afortunadamente están bien", dijo aliviada la joven, quien aseguró haber conversado con ellos "por celular".
La joven relató que antes del enfrentamiento vio pasar un grupo de "luceros" armados (guardaespaldas de los cabecillas de la cárcel) y, momentos después, cuando llegaba a la puerta de la prisión, tuvo que "correr detrás de un autobús porque ya se escuchaba el tiroteo".
Luego "vi cómo la Guardia Nacional (que custodia las prisiones) subía a los carros de los bomberos a tres heridos". "Uno tenía un tiro en el estómago, otro hombre una herida en el costado y uno más con la pierna destrozada, seguramente por un tiro porque tenía un hueco enorme en la pantorrilla", contó.
Mientras, Dulce María Torrealba, de 65 años, aseguró que se sintió "impotente" cuando ya estaba completamente fuera del penal y empezó a escuchar "detonaciones" tras haberse despedido de su hijo de 32 años.
"Traté de regresar, pero no me dejaron entrar y, cuando ya todo se fue calmando, me fui", afirmó la mujer, con una botella semivacía de agua para saciar la sed en la calurosa localidad de San Francisco de Yare, a unos 70 km de Caracas.
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