Elaine Martins Alabando en el Presidio

domingo, 9 de junio de 2013

La vieja cárcel será centro comunitario

Junto al cerro.  La antigua cárcel fue inaugurada en 1907. Fue la primera construcción con losa de hormigón. Fotos: Mario Faustos y Archivo/EL COMERCIO
El aullido de un perro y el grito de alguien en las casas del vecino Cerro del Carmen parecen llegar desde las entrañas de la enigmática edificación. Un aire de misterio y temor se siente al atravesar una vieja y pesada puerta de hierro. Alrededor de un patio, donde se destacan dos enormes árboles se pueden apreciar cómo estaban dispuestas las 40 celdas y calabozos en ambos pisos de la antigua Cárcel Municipal de Guayaquil. Considerada una de las edificaciones en pie más antiguas de la ciudad, la vieja prisión dejará el abandono para dar servicio a la comunidad de sus alrededores. Desde que cerró sus puertas, a mediados de la década de 1970, el sitio quedó abandonado. Se convirtió en un lugar lúgubre y por años fue guarida de delincuentes. Una iniciativa gubernamental permitirá rehabilitar la edificación de la calle Julián Coronel y ponerla al servicio de la comunidad. La idea es que allí funcionen una biblioteca, centro de cómputo e incluso un alojamiento popular para los familiares de los enfermos en el vecino Hospital Luis Vernaza, que no son de la ciudad. "Lo que habíamos propuesto es que se haga un estudio de uso, pero el señor Presidente dio unas ideas y se tendrían que hacer los modelos de gestión para ver su uso más adecuado", explicó Alicia Trejo, gerente de la Unidad Técnica de Protección y Recuperación de Patrimonio Cultural SOS-Patrimonio. Según un presupuesto inicial, el monto de los trabajos alcanzaría los USD 3,6 millones. En 1969 pasó a propiedad del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social. En el 2005 lo cedieron en comodato a la Universidad Católica, con el propósito de realizar proyectos sociales en el sector, pero por falta de recursos no prosperó. Pero qué es lo especial de este lugar de 2 372 m2 cuyo interior da un aspecto de tenebroso, enigmático. Es su valor arquitectónico: fue el primer edificio de mampostería y el primero con losa de cemento y cubierta de hormigón armado en la ciudad y quizás en el país. El italiano Rocco Queirolo Pinasco, a pedido del Municipio, inició la obra en 1886. Se construyó por etapas. El gran incendio de 1896 destruyó la propiedad inicialmente de madera. Esto se repitió en el incendio de 1902. Un año después se adjudicó la reparación y terminación de la obra al ingeniero venezolano Francisco Manrique Pacanís, experto en construcción en cemento. Siguió las recomendaciones del Concejo para que en la obra se utilizara piedra para paredes y bóvedas, dejando el ladrillo para los arcos y conclusión de la fachada. El piso se lo haría de cemento armado usando varillas de hierro. De allí que la construcción definitiva se hizo con cemento importado en barriles desde Génova. El edificio fue inaugurado en 1907 en la calle de Los Lamentos, llamada así por estar cerca al hospital y al cementerio general.

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