Elaine Martins Alabando en el Presidio

martes, 6 de noviembre de 2012

Cárcel Bellavista de Medellín: entre el hacinamiento y los 'combos'


Grave estado de este centro penitenciario, el más grande de Colombia.

La cárcel Bellavista, en Medellín, tiene una sobrepoblación cercana al 230%


El pasado viernes, familiares de los reclusos se ubicaron a las afueras de la cárcel Bellavista luego de la balacera en el patio uno.  / Luis Benavides

El patio uno de Bellavista, uno de los más pequeños de esa cárcel de Antioquia, se convirtió en un campo de batalla de grandes dimensiones. Decenas de presos, con armas de fuego, cuchillos y otros objetos cortopunzantes, se trenzaron en una pelea que dejó 25 heridos, cinco de ellos graves.
El viernes 2 de octubre a las 11:00 de la mañana, 40 guardas, de los 100 que había, corrieron a sofocar la refriega. “Aunque nos recibieron a bala, la guardia no se echó para atrás e ingresó con ayuda de equipos antimotines. Evitamos que fuera peor”, relata el dragoneante Luis Alberto Pinzón al referirse a que la cantidad de heridos es poca para lo que pudo ocurrir en un patio con capacidad para 120 presos pero con una población de 476.
¿Qué desató la revuelta? “Fue un enfrentamiento entre bandas, porque en Bellavista hay multiplicidad de combos, unos 125”, responde Pinzón. Y porque en el patio uno hay miembros de los ‘combos’ del municipio de Bello, localidad del norte del Valle de Aburrá, donde la Policía ha identificado a 11 grupos armados ilegales, entre ellos ‘Pachelly’, ‘Niquía Camacol’, ‘París’, ‘Los Chatas’ y ‘El Mesa’.
Internos de Bellavista dijeron a El Espectador que la batalla —al parecer entre integrantes de ‘Pachelly’ y ‘El Mesa’— comenzó cuando un preso se paró en la puerta del pasillo del combo enemigo. “Entonces los muchachos del otro ‘combo’ arremetieron contra él y los amigos de éste respondieron”, dice un interno del patio cuatro. “En este patio no ocurren estos enfrentamientos, porque somos de una sola organización”, dice.
Luego del choque, el patio fue desocupado y comenzó una búsqueda exhaustiva del arma, al parecer 9 milímetros, utilizada para herir a tres de los cinco lesionados de gravedad, que no ha sido encontrada. “Ahora nos dicen que nosotros escondimos esa arma”, dice un preso del patio cuatro. “Pero no es así. Ellos son de Bello y nosotros de Medellín. Ellos con sus problemas y nosotros con los nuestros”.
Si bien el uso de armas de fuego reviste de más gravedad lo ocurrido, las disputas entre presos en Bellavista no son una novedad. El 8 de octubre de 2001 un incidente dejó un muerto y cinco heridos. En 2011, la Personería de Medellín, en su informe anual de derechos humanos, registró 181 personas lesionadas debido al “enfrentamiento entre las organizaciones mafiosas con intereses en las rentas ilegales”, a la disputa por la territorialidad en los patios y el comercio de estupefacientes. Y hace dos semanas hubo una riña en el patio 16.
Este último hecho llevó a Carlos Contreras, director de la Corporación Construyendo Nuevos y Mejores Caminos, a trasladarle al teniente Manuel Flórez, director de esta cárcel, la intención de algunos presos, según Contreras, de realizar un plan desarme. “El teniente se mostró muy receptivo, pero me manifestó que tenía que hablar con algunos funcionarios del cuerpo de custodia. De eso ya hace 20 días y no se hizo el desarme”, dice.
Contreras y decenas de familiares de prisioneros han recordado todos los problemas de Bellavista —agravados este año por la muerte de 12 internos por problemas de salud—, similares a los que hace 14 años relató la Corte Constitucional en la Sentencia T-153/98.
Luego de una visita a la cárcel Modelo de Bogotá y a Bellavista de Antioquia —los días 14 y 21 de noviembre de 1997—, tras una tutela interpuesta por prisioneros, la Corte observó: “Las condiciones de reclusión en las dos cárceles (…) son infrahumanas, indignas de una persona humana, cualquiera sea su condición personal. Las condiciones de albergue de los internos son motivo de vergüenza para un Estado que proclama su respeto por los derechos de las personas y su compromiso con los marginados”. La Corte también alertó sobre el hacinamiento en Bellavista y citó un informe de la Defensoría para mostrar cómo una cárcel con capacidad para 1.500 prisioneros —en ese momento— tenía 5.146.
Quince años después, Bellavista no ha cambiado mucho. Si bien la capacidad aumentó a 2.424 internos, la cantidad de presos es de más de 8.000. Estas cifras la ubican como la segunda cárcel de Colombia, de las 141 que hay, con más internos, y como la primera en hacinamiento, con un 230%.
A esto se suma la precariedad de su infraestructura, tras comenzar operaciones en 1976 con unos 400 internos. “La estructura del patio dos me preocupa porque la veo muy débil y nos puede hacer un gran daño en un día de visita. En el patio 10 los baños están en pésimas condiciones”, expresa Rodrigo Ardila, personero de Medellín.
Las preocupaciones de los familiares de los presos del patio uno, entre tanto, se han enfocado en conocer su estado. Este fin de semana no pudieron visitarlos y por ello permanecieron a las afueras de la cárcel en medio de un mar de rumores: que los combos de afuera también se van a pelear por lo ocurrido, que cuando regresen al patio se van a matar, que los prisioneros están recibiendo tratos indignos. “Nos han dicho que los tienen sin comida, sin bañarse”, dijeron con preocupación Carolina, Ana María y Natalia, familiares de dos presos del patio uno.
Ante estos reclamos, Diana Carmenza Rúa, directora de la Regional Noroeste del Inpec, ha dicho que los presos no han sido castigados y explicó que seguirían por fuera del patio mientras las investigaciones permiten hallar el arma usada en la pelea.

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