Desde que sale el sol en los alrededores del complejo carcelario de El Rodeo, a las afueras de Caracas, empiezan a aparecer los primeros familiares de reos que como cada día peregrinan al lugar en busca de noticias sobre los internos.
Hay algunos que vienen de lejos y se refugian desde hace una semana en casas de vecinos o tiendas de campaña, pero poco importa si pueden sentirse más cerca de los suyos y calmar de algún modo su angustia.
La mayoría son mujeres: hijas jóvenes, esposas de mediana edad o sexagenarias mamás que temen por la vida de sus seres queridos, resistentes al operativo militar que el Gobierno venezolano inició el viernes pasado tras un enfrentamiento interno que dejó al menos 22 fallecidos.
Cinco mil efectivos de la Guardia Nacional asaltaron entonces la prisión de El Rodeo I en una operación de requisa y toma del control que finalizaron el mismo día 17. Después se plantaron ante El Rodeo II y comenzaron un sitio a la espera de la rendición de un millar de internos armados.
“Hemos perdido todo el contacto con ellos”, se lamentaba Adriana Carolina, hermana de uno de los presos y suspicaz con las acciones de la Guardia Nacional (policía militarizada).
Y es que la desinformación de la que acusan al Gobierno crea todo tipo de rumores entre los familiares y, bajo un efecto de contagio, los peores escenarios nublan a menudo su mente.
“Desde el sábado yo no sé de mi hijo y yo quiero saber cómo está él. El Gobierno no da información a uno, más bien lo que hacen es agarrar a uno a bombas”, decía Maria Luisa Narváez, de 67 años y cuyo hijo lleva cuatro años preso en El Rodeo II por homicidio.
Sean hijos, hermanos, sobrinos o papás, las mujeres de El Rodeo no se rinden y, día tras día, se mantienen unidas en protesta para llamar la atención sobre la grave situación carcelaria que viven sus familiares.
Parar el tráfico en la autopista cercana al penal durante una hora fue este jueves una de las acciones que emprendieron, buscando siempre las cámaras y medios de comunicación.
Explicaban que la situación parecía más calmada, que días antes oyeron muchos disparos. Justo entonces la guardia empezó a lanzar bombas lacrimógenas sobre los pabellones de las cárceles.
“Ellos (los reos) no van a acceder a las peticiones del ministro porque la guardia y el Ejército les están maltratando y matando, lanzándoles bombas y misiles”, manifestó la hermana de uno de los presos, sin querer identificarse, al aludir al responsable de Interior, Tareck el Aissami.
El ministro había vaticinado el miércoles que los presos se entregarían en la mañana del jueves.
Explican las mujeres que, si bien los reos de El Rodeo II han tenido sus diferencias en algunos momentos ahora están “más unidos que nunca” y se están protegiendo los unos a los otros.
A pesar de que un reo que consiguió salir de ese penal dijo días atrás que había habido muertos en enfrentamientos entre los internos, para las mujeres los cuatro cuerpos en estado de descomposición que este jueves los propios reclusos entregaron a las autoridades son víctimas de la Guardia Nacional.
Es este cuerpo policial el que, a su entender, está “masacrando” a los internos y, por este miedo, se están negando a salir.
“Ellos (los presos) son seres humanos que cometieron errores, pero necesitan una oportunidad”, señaló Dyana Tovar, esposa de un preso detenido desde hace cuatro años por robo agravado.
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