Dos años y ocho meses para la abogada Ni Yulan, a quien la Policía postró en una silla de ruedas de una paliza por protestar contra las expropiaciones ilegales
Dos años y ocho meses por «crear problemas» y no pagar la «cárcel negra» donde estuvo recluida. Esa es la pena y ese es el delito por el que este martes ha sido condenada a dos años y ocho meses de prisión Ni Yulan, una disidente minusválida de 51 años que se ha destacado por protestar contra las expropiaciones ilegales de terrenos en China. Según informó la ONG de Hong Kong Defensores Chinos de los Derechos Humanos (CHRD, en sus siglas en inglés), a su marido, Dong Jiqin, también le han caído dos años entre rejas.
Ambos fueron arrestados en abril del año pasado, durante la represión que llevó a cabo el régimen chino para impedir manifestaciones inspiradas en las «revueltas árabes del jazmín». A finales del pasado mes de diciembre, en una vista oral cerrada al público, fueron juzgados por negarse a pagar los gastos de alojamiento del hotel donde la Policía los confinó entre junio de 2010 y abril de 2011, que ascienden a 69.972 yuanes (8.469 euros). En dicho establecimiento, en realidad una de las «cárceles negras» donde los agentes ponen a buen recaudo a los disidentes y peticionarios, rompieron el libro de registro y se enfrentaron al personal.
«Se negaron a cambiarse de habitación o a marcharse del hotel para que siguiera funcionando con normalidad, causando grandes pérdidas económicas», justificó el fallo judicial un portavoz del juzgado, que salió a la calle para leérselo a los periodistas porque la audiencia fue a puerta cerrada, informa Reuters.
Aunque Ni Yulan ha estudiado Derecho, también fue acusada de fingir que era abogadapara cobrarle 5.000 yuanes (605 euros) a un cliente, que finalmente no compareció como testigo en el juicio.
«Así es el sistema chino»
Todas estas irregularidades, y el largo historial de la mujer por la defensa de los derechos humanos, han hecho que la sentencia sea criticada tanto por su abogado como por la Unión Europea, que envió a sus diplomáticos al juzgado para interesarse por el caso. Grabados por la Policía, tuvieron que quedarse en la puerta porque no se les autorizó el paso. «Estamos preocupados por el deterioro de la situación de los defensores de derechos humanos en China y continuaremos siguiendo estos casos atentamente», criticó la UE en una declaración oficial.
Por su parte, el abogado de la activista, Cheng Hai, anunció a las agencias internacionales su intención de recurrir porque «el veredicto es injusto e ilegal», ya que «no se trata de un caso criminal, sino de una disputa civil que se debería haber resuelto de otro modo… Pero así es el sistema judicial chino».
«Condenando a dicha pena a Ni Yulan, que fue torturada hasta quedar paralítica en previos encarcelamientos, el Gobierno chino le dice desafiante al mundo que no tiene más que desdén por los derechos humanos y que trata sus obligaciones internacionales y constitucionales como meros decorados», se quejó el director internacional de CHRD, Renee Xia, en otro comunicado.
Expropiaciones ilegales por los Juegos
El activismo político de la letrada Ni Yulan comenzó en 2002, cuando grabó la demolición a la fuerza de la casa de uno de sus clientes. En lugar de protegerlos, la Policía detuvo a la mujer y le dio una paliza que la dejó en una silla de ruedas al romperle los pies y las rodillas. Aunque fue expulsada del Colegio de Abogados, continuó denunciando las expropiaciones ilegales previas a los Juegos Olímpicos de Pekín, que acabaron derribando su casa en noviembre de 2008 tras una larga batalla legal.
Encarcelada de nuevo ese año, le contó a los diplomáticos estadounidenses que la visitaron que debía arrastrarse por el suelo de la celda porque no tenía muletas. Tras ser liberada en abril de 2010, Ni Yulan y su esposo vivieron en la calle hasta que la Policía los recluyó en junio en una «cárcel negra» encubierta en forma de hostal. En un kafkiano ejemplo de cinismo, sus carceleros les reclaman ahora los gastos de casi un año tras haberlos tenido encerrados sin luz ni agua, como le relataron al embajador de EE.UU., Jon Huntsman, durante la visita que les hizo en febrero de 2011.
El pasado mes de enero, la pareja pudo conseguir el dinero para pagar sus «deudas» gracias al premio de 100.000 euros que le concedió un grupo holandés de derechos humanos, pero el régimen le impidió a su hija, Dong Xuan, salir de China para recogerlo.
Postrada en una silla de ruedas por una paliza y demandada por sus propios carceleros, Ni Yulan es la última víctima de la represión en China.
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