Elaine Martins Alabando en el Presidio

lunes, 2 de abril de 2012

Liberados los 10 últimos uniformados colombianos en poder de las FARC


El Comité Internacional de la Cruz Roja ha informado en Colombia, poco antes de las cinco de la tarde de este lunes, que los últimos 10 oficiales en poder de la guerrila de las FARC han sido liberados y están ya bajo su cuidado. Según ha informado esta organización, mediadora en la operación de rescate, serán llevados al aeropuerto de Villavicencio en helicóptero y luego a Bogotá, a donde llegarán sobre las cinco de la tarde (12 pm hora Peninsular).
La operación comenzó por la mañana con dos horas y media de retraso por las fuertes lluvias, a las 10.30 (17.30 en la España peninsular), cuando un helicóptero brasileño despegó de la ciudad colombiana de Villavicencio para recoger en la selva a los 10 rehenes que la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se había comprometido a liberar: cuatro militares y seis policías que llevaban secuestrados entre 12 y 14 años. Son los últimos miembros de las fuerzas de seguridad que quedaban en poder del grupo armado. A bordo del helicóptero viajaban un delegado del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), un médico y dos miembros del movimiento Colombianos por la Paz.
Acosadas militarmente, y rechazadas en el país, las FARC confirmaron el pasado febrero la liberación de los últimos rehenes “canjeables” (uniformados y políticos a los que secuestraba para intentar cambiarlos por guerrilleros presos). También anunciaron el fin de los secuestros “extorsivos” de civiles. Cautivas tienen todavía a 407 personas, según la ONG País Libre.
Para las familias de los diez uniformados, estas semanas de espera se han hecho más largas y angustiosas que los 14 años anteriores. El primer anuncio de una liberación de seis rehenes se había dado en diciembre, pero las FARC dilataron la entrega. “Nos fallaron varias veces, les pedimos que ahora sí nos cumplan”, decía Norma Trujillo, esposa del sargento de la Policía José Libardo Forero, que lleva 12 años y siete meses encadenado.
Esa es la última imagen con vida que ella ha visto de él. Fue el 7 de septiembre de 2009, cuando en el departamento de Meta las autoridades interceptaron a un guerrillero de las FARC. Entre sus pertenencias había varias fotos de los secuestrados. Allí estaba Forero, con el rostro abatido, demacrado y poco pelo. Hubo consenso en que se veían acabados. Su esposa pensó lo contrario: “Estaba vivo, estaba vivo, estaba hermoso”.
Mañana, 4 de abril, cumplen 20 años de casados. “Vamos a celebrarlos juntos, qué felicidad”, dice ella. Se casaron en una ceremonia sencilla y tuvieron dos hijos: Ánderson Libardo y Nolly Paola. Cuando eran niños, el 10 de julio de 1999, las FARC realizaron un devastador asalto contra la población de Puerto Rico, en el Meta; 500 guerrilleros rodearon la estación de policía y dispararon durante tres días. Cuando quemaron el último cartucho, los 28 agentes sobrevivientes se rindieron. Las FARC los amarraron y se internaron con ellos en la profundidad de la selva.
Durante los años de negociaciones de paz con el Gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002), hubo esporádicos mensajes en los que el agente Forero ocultaba sus penurias —las cadenas al cuello, la ropa húmeda, las enfermedades— y, por el contrario, enviaba voces de aliento para que su familia siguiera adelante. Así lo hicieron. Ahora, con sus 20 años, Ánderson se prepara para graduarse en idiomas y negocios internacionales. La niña es hoy una bella adolescente de 16 años que este año se gradúa de bachiller. “Todo lo hemos hecho con su apoyo porque, a pesar de la distancia, él siempre ha estado con nosotros”.
Cuatro presidentes, Internet... y en estos años Arcia solo ha visto a sus captores
Con la ruptura de los diálogos, en 2002, las FARC nunca volvieron a enviar una prueba de vida. Gracias a la captura del guerrillero con las imágenes, ella lo volvió a ver. Durante este tiempo, los días y las noches han sido de una soledad abrumadora. Sin embargo, se han mantenido unidos para mostrarle sus logros cuando él regrese.
El domingo 26 de febrero, las FARC hicieron un anuncio histórico. Dijeron que “proscribían” el secuestro, que “era hora de dialogar” y lo más importante para ellos, que no serían seis, sino 10 los liberados. Algunos de ellos, como el sargento primero Luis Arturo Arcia, llevan 14 años secuestrados, el mayor tiempo en cautiverio en el mundo. Fue secuestrado el 3 de marzo de 1998. En ese momento en Colombia el presidente era el liberal Ernesto Samper Pizano, luego vino el conservador Andrés Pastrana, después el también liberal Álvaro Uribe (2002- 2010) y ahora el liberal Juan Manuel Santos. Han sido cuatro presidentes y cinco periodos, con vertiginosos cambios en el mundo, como la revolución digital y el sargento Forero solo ha visto a sus captores, a quienes la cúpula de las FARC les prohíben hablarles para que no surja ningún vínculo afectivo.
“Se qué César será muy diferente. Toca volver a ser novios”, dice su esposa, Ninfa
Su drama es similar al de las otras nueve familias, todas de origen humilde. Durante este tiempo han vivido siempre con la radio y la televisión encendidos para ser los primeros en enterarse de las últimas noticias. Por eso, estas semanas han sido de vértigo, de llamadas de amigos y familiares, de preparativos para el gran día, de imaginar qué le dirán cuando lo vean, cómo se vestirán, quién lo abrazará primero, qué le darán de comer, cómo arreglarán su habitación.
“Si ya esperé lo más, pues esperaré lo menos. Desde que supimos la noticia nos ha dado mucha alegría, estamos muy ilusionados. Pero también nos da miedo porque han sido años de desespero, de mucha tristeza y no queremos que algo lo eche a perder”, insiste Norma Trujillo.
Inicialmente las FARC fijaron los días 2 y 4 de abril para las liberaciones, porque los cautivos estaban en lugares diferentes. Pero ayer anunciaron que entregarían a todos a la vez.
El Gobierno de Brasil facilitó los dos helicópteros que este domingo aterrizaron en Villavicencio (capital del departamento del Meta). Uno de ellos partió a recoger a los prisioneros en algún lugar del sur del país. El otro aparato, de refuerzo, se quedó en tierra. El Comité Internacional de la Cruz Roja ayudó a trazar los protocolos de seguridad junto con el Ministerio de Defensa, y la exsenadora Piedad Córdoba, que actúa como intermediaria.
Nada en este último trecho de la libertad ha sido fácil. Por cuestiones de logística, las fechas de la liberación se han modificado tres veces y eso ha tenido a las familias con el corazón en la boca. Además, se temió que por las operaciones del Ejército realizadas en las últimas dos semanas, en las que fueron abatidos 68 guerrilleros en Meta y Arauca, las FARC se escudaran en decir que estas acciones ponen en peligro las vidas de los secuestrados.
Ninfa, esposa del sargento de la Policía César Lasso, sintió perder la esperanza en los últimos años, cuando después del rescate de Ingrid Betancourt en 2010 los demás secuestrados quedaron en el olvido. Cuando a su esposo se lo llevaron, su hija Mónica apenas tenía 15 meses y su hijo Daniel venía en camino. “Yo quiero ver a César, pero ya sé que lo voy a ver muy diferente, no va a ser igual porque es otra persona la que viene. Toca volver a conocerlo, volver a ser novios, volver a enamorarnos”, dice. “Son muchísimos años, pero se pasaron volando. Ahora con el regreso, los días se volvieron eternos, no sé qué va a pasar. Estoy nerviosa”.
A medida que se acercaba la hora cero, Cristina, hermana del sargento del Ejército Luis Arturo Arcia, también sentía ansiedad, pero no ocultaba la emoción. El día que ella y su familia se enteraron de que todos quedarían libres, Luis estaba cumpliendo 41 años. “Fue un regalo para él y para nosotros. Se fue un jovencito, y ahora vuelve un señor”, asegura.
Cristina ya tiene lista la gallina que le cocinará cuando llegue a su casa en Villavicencio. Los regalos de tantas Navidades sin celebrar ya están organizados en la sala. Hay una muda de ropa nueva y elegante que reemplazará las cadenas, las botas y la sudadera sucia y húmeda que seguramente tiene puestas quién sabe desde hace cuánto. Nueve sobrinos que él aún no conoce lo esperan con un regalo especial: la camiseta de su equipo de fútbol favorito, el Santa Fe, con las firmas estampadas de todos los jugadores, que escribieron para él un mensaje especial.
“Yo sé que todo va salir bien. Pero confieso que estoy pidiendo con mucha fe para que no vaya a llover porque acuérdese que, si se cierra el cielo, los helicópteros no vuelan, y si nosotros aquí nos estamos mordiendo las uñas, imagínese lo que ellos [los secuestrados] deben estar sintiendo. ¡No puede llover!”, decía Cristina, feliz. El tiempo estuvo ayer a favor de su hermano y de sus compañeros.

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