Elaine Martins Alabando en el Presidio

lunes, 2 de abril de 2012

El otro mundo de la cárcel Modelo de Bucaramanga


César Flórez León / VANGUARDIA LIBERAL
Desde el pago de celdas por 2 millones de pesos, hasta trabajar como empleados del servicio doméstico para cancelar deudas. Estas son algunas de las malas experiencias que denunciaron internos recluidos en la Cárcel Modelo de Bucaramanga, durante una visita realizada al penal.
“En la ley del rebusque existen muchas cosas que no me atrevería a nombrar, pero lo más duro de estar tras las rejas es ver que un preso tiene que servirle de empleada del servicio a otro”.
Algo asustado por la presencia de un guardián del Inpec y temeroso de contar “más de la cuenta”, un hombre de 56 años que perteneció a un grupo paramilitar y que ahora está postulado a Justicia y Paz, decide contar lo que para él son las cosas más injustas que se viven al interior de la Cárcel Modelo de Bucaramanga.

“Llevo 10 años internado. Pasé del robo al asesinato hasta que me metí de ‘para’ (paramilitar). He estado en las cárceles El Barne y Cómbita en Boyacá, la Picota de Bogotá,  Bellavista de Medellín y ahora la Modelo de Bucaramanga. Sobrevivir es duro, algunos internos lo hacen vendiendo ropa y zapatos, otros se ofrecen de lavanderas y algunos no hacen nada”, expresa el exparamilitar bumangués.
“Muchas historias se oyen en los talleres, pero insisto, lo más indignante es que usted tenga que lavarle los calzones sucios a otro porque tiene una deuda”, añade este hombre.
Un interno alto, moreno, de acento costeño que también hace parte de Justicia y Paz, interrumpe: “Muchos compañeros de otros patios nos dicen que pagan mínimo 50 mil pesos por el alquiler de una celda durante las visitas conyugales. En este pabellón no se permite eso; aquí no hay ‘caciques’”, añade el desmovilizado.
Mientras se desarrolla el acto de graduación de un diplomado en Derechos Humanos frente a la cancha de fútbol del penal, se escuchan los gritos y las frases soeces de algunos reclusos, provenientes de otros pabellones.
“¡Pirobos! Pónganme el micrófono que yo si le hablo” “¿Quiere que le muestre mi cama? Claro que le cobro”.
Uno interno también vinculado a Justicia y Paz que oye la rechifla, comenta: “Esa gente vive en celdas de 1.90 por 1.70 metros. Son cuatro por celda y cada uno tiene derecho a un espacio de siete baldosas. Algunos se las sortean. Eso es deplorable”.

El que manda, manda…
La Cárcel Modelo de Bucaramanga es una de las penitenciarías más importantes del departamento, con capacidad para 780 reclusos y cuya población ya alcanza los 2.816 presos.
Según comentan algunos internos, en el lugar siempre ha existido el ‘cacique’, un hombre que resuelve conflictos, que cobra las deudas por estupefacientes, el que permite el ingreso de toda clase de objetos y como asegura la madre de uno de los internos que ese día lo visita, “el que da trabajo”.
La humilde mujer que vive la tragedia de tener a dos de sus hijos en prisión, comenta mientras hace la fila para visitar al que fue paramilitar, que conseguir una colchoneta es todo un problema.
“Mi hijo, al que cogieron robando, no ha contado con suerte. Al ‘cacique’ del patio le hemos consignado varias veces el precio de la colchoneta, pero nada que se la pasa. Parece que todos los días entra más gente y el Inpec no da abasto entregando las colchonetas”, explica la mujer.
De acuerdo al testimonio de algunos internos y de algunos profesionales que apoyan las labores académicas y formativas al interior del penal, un ‘cacique’ puede recibir entre 40 y 50 millones en un mes, producto de las extorsiones, favores y recompensas.
“La autoridad (Inpec) sabe que ellos son los que mandan y los que ayudan a controlar el caos. A veces son buenos mediadores, pero en otras son muy problemáticos... Antes tenían rostro de matones, ahora son personas comunes y corrientes”, explica un profesional que labora en el centro penitenciario.
“Décadas atrás, los internos tenían un ‘código de vida carcelaria’, se respetaban y siempre buscaban al representante del comité de Derechos Humanos, pero todo eso se ha perdido”, añade el testigo.
Para evitar problemas y enfrentamientos, agrega la madre que llega a la visita, es necesario “estar bien con el ‘cacique’. Mi hijo me cuenta que si usted es de su ‘gallada’ (grupo) puede hasta robar y no le pasa nada, pero si lo coge entre ojos puede mover influencias y hasta hacer que lo trasladen de patio”.

Siempre con miedo
“Ojalá nunca se entere un ‘cacique’ que usted es bazuquero y que consume escondido, y menos que usted tiene un celular. Ahí sí que está en problemas”.
Esto cuenta una mujer llamada Adriana, que llega a las 10:30 de la mañana a visitar a su esposo, exparamilitar, a quien le trae el almuerzo.
“La droga acá es pan de cada día. Se consigue de todo. Cuando hacen operativos y la quitan, muchos presos pelean entre ellos por un cigarrillo de marihuana o una pipa de bazuco. Es incontrolable”, explica la mujer.
“Mi esposo me dice que los internos le tienen mucho miedo a la Grin del Inpec, un grupo especial que envían desde Bogotá a realizar las requisas, parecido al Esmad. Dicen que entregan informes a la dirección de las cárceles y que muchos internos son trasladados por esto”, afirma la mujer.
Según la Defensoría del Pueblo, no se puede desconocer que el tráfico de estupefacientes al interior del penal y el uso de celulares, así como el hallazgo de material explosivo (granadas de fragmentación) que casi siempre es lanzado desde el exterior de la cárcel, son los principales detonantes de riñas y enfrentamientos.
“Cuando se imponen medidas para restringir el tráfico de estupefacientes es cuando comienza el desespero y todo se calienta. Mientras ellos puedan traficar con sustancias, se calman, pero como no existe acompañamiento terapéutico, se generan situaciones de emergencia”, dice Dilmar Ortiz, defensor regional del pueblo.
El Ministerio Público reconoce que el Inpec hace lo que puede. “Es una institución bastante limitada en su gestión y están amarrados por el nivel central. Fuimos enfáticos y les dijimos que los internos están pidiendo a gritos la intervención nacional”,  concluye el Funcionario.

¿Y la dignidad qué? 
“¿Ha visto cómo vienen acomodadas las sardinas en las latas? Así se ven los hombres que no pueden pagar una hamaca y les toca pagar autopista: dormir en el piso, en medio de los pasillos”.
Así describe un exparamilitar, Jesús Noraldo Basto León, alias ‘Parabólico’, la situación de cientos de internos de los patios 2, 4 y 5,  pabellones que según él, son los más hacinados del plantel.  
“Soy víctima del comercio del espacio, todo un problema para los internos. Pero yo no caigo en esa extorsión. Por eso cargo con mi hamaca al hombro y no le pago a nadie. No quiero ser parte de la corrupción que se presenta en el penal”, asegura este hombre.
La estadía llevadera en esta cárcel depende de qué tanto le agrade un interno a un ‘cacique’, denuncia este recluso. “Venden un lugar para dormir entre 200 mil y 300 mil pesos. Los que tienen plata pagan entre 2 y 5 millones de pesos el arreglo de la celda”, asegura el exparamilitar.
‘Parabólico’ afirma que en esta cárcel muchos trabajan como lavanderas, hacen aseo a las celdas, cocinan y hasta realizan labores de costura.
Según el exparamilitar, el Inpec no permite que estas cosas pasen, pero “el hacinamiento es lo que genera que los  reclusos se salgan de control”.
“Aquí se han hecho negociaciones de celdas hasta por 5 millones de pesos. Esos lugares tienen televisores de última tecnología, ‘chambranas’ (camas sencillas) con colchones ortopédicos y paredes estucadas. El Estado no da plata para eso y si uno la tiene, ¿por qué no hacerlo?”, expone este recluso.  
“La visita conyugal en los patios 2, 4 y 5 se hace hasta en los baños y si el interno consigue una celda para tener relaciones sexuales con su esposa o novia, debe pagar entre 10 y 20 mil pesos la hora. Esto ha generado que la dignidad humana se pierda”, puntualiza el interno.
¿QUÉ OCURRE EN LA CÁRCEL MODELO?
La falta de celdas y de mantenimiento a la planta física del penal, de servicios médicos y medicinas, de normas de higiene y saneamiento básico, han convertido a la Cárcel Modelo de Bucaramanga en una “bomba de tiempo”, asegura Dilmar Ortiz Joya, defensor regional del pueblo.
“La mayoría de los baños están fuera de servicio. Los internos tienen que hacer sus necesidades con la puerta abierta, frente a todo el mundo. Deben lavar la ropa en el piso, dormir en palomeras, colgados en hamacas. Muchos de los patios que tienen capacidad máxima para 200 personas, alojan hasta 600.
Las paredes de estos recintos amenazan con caerse. La estructura de la Cárcel Modelo presenta condiciones higiénico sanitarias que amenazan la ruina”, explica Ortiz Joya.
Según el Funcionario, desde 2010 no se acatan las recomendaciones que la Defensoría hizo en un informe presentado al Inpec, la administración local y departamental.
“Se agotó la tolerancia institucional de la Defensoría del Pueblo en materia de cárceles. Llegamos a un límite que son las acciones judiciales. Iniciaremos con el incidente de desacato. Una acción de tutela fue ganada por nosotros en el tema de hacinamiento, que obliga al Inpec a que debe realizar las acciones pertinentes para descongestionar las cárceles de la región”, añade el Ortiz Joya.
VIOLACIONES QUE DENUNCIAN LOS INTERNOS
Según el testimonio de los defensores públicos entregados a la Defensoría del Pueblo, los internos revelan que la guardia del penal los obliga a realizar actividades deportivas desnudos, con el fin de encontrar droga en sus cuerpos. A pesar de que el personal médico de la cárcel pide a los guardias que dejen libres de esposas a los reclusos para la revisión médica, éstos al parecer, hacen caso omiso a la petición del galeno.
Los internos también aseguran al Ministerio Público que no se pueden enfermar después de las 6:00 de la tarde, pues la atención se da “en horario de oficina” y en las noches nadie los atiende.  
Un interno relata el drama de uno de sus compañeros: “El hombre se quitó un dedo en el taller cortando madera. No quisieron llevarlo a la clínica. Lo que hicieron fue meterle el dedo en hielo químico durante varias horas y vendarlo. El dedo se perdió”. 
“Todas estas denuncias han sido expresadas al personal del Inpec. Lo que preocupa es que las investigaciones que realiza esta entidad no son lo suficientemente exhaustivas y son dejadas al tiempo. Hasta el momento no tenemos un registro de cuántas de las solicitudes que hemos hecho han sido castigadas o falladas o si se ha responsabilizado disciplinariamente al personal de custodia”, expresa el Defensor.
El Inpec responde
“No conozco las denuncias que hacen los internos, llevo al frente de la dirección mes y medio, y quiero conocerlas para hacer las respectivas acusaciones ante la Fiscalía”, asegura el teniente Henry Mayorga, director de la Cárcel Modelo de Bucaramanga.
Según el Funcionario, “se conocen comentarios de que existen ciertas situaciones que se manejan al interior del patio, pero nosotros al interior de cada pabellón, por el déficit de personal de guardia, no tenemos el control absoluto de las celdas. Ya que existen unas denuncias y existen las personas que tienen el valor civil para hacerlo, vamos a darles curso”, añadió el director.
Según el teniente Mayorga Meléndez, el problema del hacinamiento no es sólo en Bucaramanga, sino en todas las cárceles del sistema penitenciario a raíz de la nueva Ley de Seguridad Ciudadana, que disparó el ingreso de internos.
“La situación es cada vez más preocupante. Se debe entrar a revisar la política criminal, en qué condiciones se están dictando estas medidas de aseguramiento intramurales y si se aplican otras medidas sustitutivas como la vigilancia o el control electrónico”, especificó el uniformado.
“Tenemos una planta deficiente, pero con lo que tenemos estamos respondiéndole a la seguridad. La deficiencia que tenemos es en el traslado para el cumplimiento de diligencias judiciales y los trámites de salud, pero para el control del establecimiento, en seguridad, sí contamos con el personal”, afirma el teniente Mayorga Meléndez.
Sobre el alquiler de celdas y los ‘caciques’, según lo denunciado por los internos, el director de la penitenciaría de Bucaramanga aseguró que no tiene pruebas sobre lo que ocurre. No obstante, aseveró que se tiene que acabar con la forma como los internos están manejando esos temas.
“Existe una figura llamada ‘cacique’, incorporada en el centro penitenciario, que se empezó a utilizar detrás de los famosos comités de Derechos Humanos establecidos en la Ley 65 del 1993, que le permite a cada pabellón tener un grupo de representantes. Detrás de estos grupos se pueden estar camuflando estos mal llamados ‘caciques’. Si existen no lo puedo confirmar o desvirtuar. Si es así, tomaremos las medidas que sean necesarias”, añadió el funcionario.
PROGRMAS PARA LOS INTERNOS
1. El Inpec estableció un convenio con la Naciones Unidas y la Embajada de Estados Unidos, para adelantar proyectos productivos para los internos.
2. Algunos programas de la Cárcel Modelo de Bucaramanga han sido respaldados por la Embajada de China, que aportó recursos económicos hace dos años.
3. Varios internos cursan estudios profesionales con la Universidad Industrial de Santander, así como carreras tecnológicas con la Universidad del Pueblo y el Sena.
4. La Cárcel Modelo de Bucaramanga cuenta con una institución educativa aprobado por el Icfes, que les permite a los internos terminar sus estudios de bachillerato, así como talleres artísticos.

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