Elaine Martins Alabando en el Presidio

lunes, 7 de mayo de 2012

La Planta es algo más que paredes


El presidente Chávez heredó el compromiso de la humanización que no llega

La Planta es algo  más que paredes

ÚN.- El presidente Chávez heredó, lo que en 1999 calificó como “uno de los más graves problemas humanos que tenemos en Venezuela”. Se refería a las cárceles. A comienzos de octubre de ese año anunció que “en cuestión de horas” daría a conocer “un abanico de acciones” para pacificar los centros carcelarios del país. No hubo tal abanico y sí muchos cambios de titulares en el ministerio de Interior y Justicia. Todos, en diferentes tonos han anunciado mejoras carcelarias. “El Despacho del Interior cuenta con más de 60 millardos de bolívares para mejorar la infraestructura carcelaria y construir nuevos centros de reclusión”. Luis Alfonso Dávila, ministro de Relaciones Interiores y Justicia. (El Nacional, 27/09/00)

El 23 de noviembre de 2004 el presidente Chávez, mediante decreto 3.265, declara emergencia penitenciaria y nombra una “comisión de alto nivel” para atender la situación. La comisión sería temporal y un representante del ministerio de Interior y Justicia la presidiría.

Desde que se decretó la emergencia hasta mayo de 2005 se realizaron 2.721 evaluaciones técnicas para el otorgamiento de medidas alternativas a la reclusión. Identificaron como principales problemas hacinamiento carcelario, resultado del retraso procesal y de la insuficiencia de la infraestructura existente; ‘la fragilidad del régimen carcelario, consecuencia de la inadecuada infraestructura, reglas y políticas obsoletas, servicios penitenciarios inapropiados y del retardo procesal.
Del Retén de Catia a La Planta

Hasta marzo de 1997 en Caracas existieron dos centros penitenciarios en Caracas. La Planta y el Retén de Catia, que fue implosionado. El entonces ministro de Justicia, Henrique Meier, se refirió al hecho como la “clausura del Retén de la Ignominia” y en artículo publicado en Últimas Noticias el 16 de marzo de 1997, advertía que “de nada o muy poco valdrá el esfuerzo y la voluntad que hemos puesto para conquistar ese caro anhelo de los vecinos de la parroquia Sucre (…) si no logramos romper el círculo vicioso de la injusticia, origen de la violencia en todas las sociedades y épocas de la historia de la humanidad”.

En ese momento anunciaron que la nueva cárcel de Caracas sería construida en Macarao. De eso no se habló más.
La administración Chávez parecía que continuaría los pasos del Gobierno social cristiano. 

Previo al decreto de emergencia carcelaria, el 26 de septiembre de 2000, el ministro de Relaciones Interiores y Justicia, Luis Alfonso Dávila, anunció que su despacho contaba “con más de 60 millardos de bolívares para mejorar la infraestructura carcelaria y construir nuevos centros de reclusión”. 

Se fue corriendo la arruga y el problema reventó en todas sus dimensiones el 12 de junio de 2011 en el Rodeo I, donde pierden la vida 21 reclusos y un visitante. Durante cinco días la cárcel estuvo controlada por un grupo de presos. Se popularizó la palabra “pran” para designar a los reos que tenía el control de la penitenciaría. El conflicto finalizó con un número indeterminado de muertos y unos fugados en circunstancias extrañas. 

Como solución, el presidente Chávez decide aumentar la burocracia. Elimina lo que era la Dirección de Prisiones y crea el Ministerio para Asuntos Penitenciarios. Mete a “la fosforito” Iris Varela como apagafuego en ese candelero, olvidando que él había prometido en el 99 que el problema carcelario lo tomaría como “algo personal”.

Abogados penalistas consideran que la ministra está llena de buenas intenciones, pero la recuperación de las cárceles son más que buenos deseos. 

Ahora se habla de eliminar La Planta, donde el viernes 20 de abril a las 11 de la noche María Teresa Marrero, de 21 años, fue asesinada, de un balazo en la cabeza, por un recluso llamado Ender, quien luego recibiría, de parte de otros presos, 50 disparos como castigo por su osadía. 

Esa escueta nota, publicada en las páginas de sucesos, reveló que nada ha cambiado en las cárceles: ¡50 disparos! Continúa el tráfico de armas, de municiones, ¡de muchachas! Eso no se elimina tumbando unas paredes. 

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